Educación en Salud
El cáncer de próstata es la forma más común de cáncer en los hombres y es la segunda causa de muerte por cáncer de los hombres en occidente.
La posibilidad de padecer cáncer de próstata se incrementa a partir de los 60 años.
El número de muertes por cáncer de próstata ha descendido en los últimos años, lo cual se debería a que la detección precoz mediante el tacto rectal y la medición del antígeno prostático específico (PSA) que permiten un tratamiento temprano y efectivo.
No se conocen las causas exactas del cáncer de próstata.
Los estudios han encontrado los siguientes factores de riesgo de cáncer de próstata:
Edad: La edad es el factor de riesgo principal, dado que la incidencia se incrementa con ésta.
Antecedentes familiares: El riesgo de un hombre es mayor si su padre o hermano tuvo esta enfermedad.
Raza: El cáncer de próstata es más común en hombres afroamericanos.
Cambios de la próstata: Cambios celulares llamados neoplasia intraepitelial prostática de alto grado, incrementa el riesgo de padecer cáncer de próstata.
Dieta: rica en grasa animal.
Los científicos también han estudiado si la hiperplasia prostática benigna, obesidad, fumar o la falta de ejercicio pueden aumentar el riesgo de cáncer de próstata.
Muchos hombres que tienen factores de riesgo conocidos no padecen cáncer de próstata. Por otra parte, muchos otros que sí padecen la enfermedad no tienen ninguno de estos factores de riesgo.
En sus estadios tempranos, el cáncer de próstata suele ser asintomático. La aparición de síntomas sugiere enfermedad avanzada, local o a distancia.
Se pueden producir síntomas urinarios obstructivos o irritativos debidos al compromiso local o dolores óseos como manifestación de metástasis óseas.
La detección del cáncer de próstata se basa en tres pilares principales: el examen físico (tacto rectal), la determinación del PSA y la ecografía transrectal.
La confirmación de la enfermedad se realiza mediante biopsia a partir de los hallazgos del examen físico y PSA.
A partir de los 50 años, se recomienda de forma anual la realización del tacto rectal y la determinación del PSA.
Con cualquier valor de PSA, si el tacto rectal es anormal se debe efectuar una biopsia.
El tratamiento se basa fundamentalmente en vigilancia activa, cirugía, hormonoterapia o quimioterapia.
El tipo de tratamiento a seguir debe ser el adecuado para cada paciente según la extensión de la enfermedad y evaluando los riesgos y beneficios, teniendo en cuenta que esta patología puede tener una evolución a largo plazo.
El tratamiento inicial para la enfermedad localizada es cirugía o radioterapia. Una vez que la enfermedad progresa o si se presenta inicialmente con extensión fuera de la próstata, la indicación de castración hormonal es la conducta de elección para estos pacientes.
En los pacientes resistentes a la castración, el uso de quimioterapia es el estándar. La quimioterapia demostró beneficios en supervivencia, pero con un perfil de toxicidad propio de este tipo de terapia.
En los pacientes resistentes a la castración, el uso de quimioterapia es el estándar. La quimioterapia demostró beneficios en supervivencia, pero con un perfil de toxicidad propio de este tipo de terapia. Nuevas opciones terapéuticas, tanto quimioterapias como hormonoterapias fueron aprobadas desde 2010, aumentando la supervivencia con un perfil de toxicidad aceptable.