Educación en Salud
El VIH -Virus de Inmunodeficiencia Humana - es un virus que ataca lentamente al sistema inmunitario. Éste protege al cuerpo frente a las enfermedades, las infecciones y otros virus, por lo que si no funciona correctamente, deja de protegernos contra las infecciones y enfermedades a las que estamos permanentemente expuestos. La destrucción del sistema inmunitario que provoca el VIH (al destruir una clase de glóbulos blancos que se llaman “linfocitos CD4”) da lugar a una mayor susceptibilidad frente a otras infecciones y trastornos inmunitarios, incluidos algunos tipos de cáncer.
El VIH se trasmite por medio de los fluidos corporales, especialmente la sangre, el semen, las secreciones vaginales y la leche materna. Existen tres métodos distintos de transmisión del VIH:
Contacto sexual sin protección con una persona infectada
Contacto sanguíneo por medio de transfusiones sanguíneas infectadas o el uso compartido de agujas contaminadas o elementos cortantes o punzantes (jeringas, agujas, entre otros)
De una madre infectada a su hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia
En una fase más avanzada, una infección por VIH puede causar el SIDA - Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida- una serie de signos, síntomas y enfermedades que indican que la infección está muy avanzada.
El VIH/SIDA se está convirtiendo en una enfermedad crónica controlable gracias a la eficacia de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), que consiste en la combinación de tres o más fármacos antirretrovirales distintos, cuyo objetivo es conseguir que el virus no se multiplique, permitiendo así mejorar gradualmente la función del sistema inmunológico y prevenir la aparición de enfermedades graves.
El médico dispone de varias pruebas para analizar la sangre, saliva u orina de una persona a fin de detectar signos del VIH. En la mayoría de los casos, se emplea una prueba o una combinación de varias a fin de obtener un resultado preciso. La prueba más común consiste en detectar anticuerpos contra el virus en la sangre (ELISA). En general si un primer ELISA da positivo, luego hay que reconfirmar el diagnóstico con otras pruebas confirmatorias. Según la técnica utilizada, existe un “periodo ventana” que oscila entre varios días y tres meses entre el momento en que una persona se infecta y el momento en que una prueba puede detectar los anticuerpos contra el virus. Con los nuevos métodos, este período de ventana es cada vez más corto. La prueba del VIH/SIDA es confidencial y voluntaria y no se puede realizar sin el consentimiento del sujeto.
Muchas personas con VIH no enferman en varios años, aunque a medida que el virus sigue infectando los glóbulos blancos, puede dañar gravemente el sistema inmunitario. Esto produce una pérdida progresiva de los linfocitos CD4, y cuando estas células se han perdido en una forma significativa, ya no pueden controlarse muchas de las infecciones ni ciertas enfermedades. Es aquí cuando aparecen lo que se denominan “infecciones oportunistas” o “enfermedades marcadoras”. Este estadío final de la infección se conoce como SIDA y si no se trata, tiene una alta posibilidad de mortalidad.
Según el recuento de células CD4, se distinguen tres fases de la infección por VIH:
Fase asintomática (recuento de células CD4 > 500/mm³): aún cuando la mayoría de las personas no muestra ningún síntoma del VIH en esta fase, la infección puede estar activa en el sistema inmunitario.
Fase sintomática (recuento de células CD4 entre 200 y 499/mm³). En esta fase, el recuento de células oscila entre 200 y 499. La persona puede experimentar nuevos síntomas del VIH o infecciones oportunistas, como infecciones fúngicas (por hongos) reiteradas en la boca y esófago, pérdida de peso o fiebre inexplicada.
SIDA (recuento de células CD4 < 200/mm³): en esta fase de la enfermedad, la mayoría de las personas ha desarrollado infecciones oportunistas o un tipo de cáncer como el sarcoma de Kaposi (un tipo de cáncer de piel), linfoma, y cáncer de cuello uterino en las mujeres que indican la progresión del VIH a SIDA.
Desde la aparición del TARGA (terapia antirretroviral de gran actividad) en 1996, los infectados por el VIH han experimentado mejoras en su estado de salud general y en su calidad de vida. De hecho, dado que ha aumentado la esperanza de vida de los enfermos de SIDA en aquellos países en los que el uso del TARGA está extendido, el número de personas que viven con el SIDA ha aumentado notablemente.
El tratamiento del VIH tiene cuatro objetivos principales:
Aumentar la esperanza de vida del paciente y su calidad de vida.
Evitar que el VIH progrese al reducir la carga viral a niveles indetectables.
Devolver el sistema inmunitario a su estado normal y mantenerlo así, mediante el aumento progresivo de los linfocitos CD4.
Reducir el riesgo de transmisión del VIH a otras personas.
Terapia combinada
La terapia para el VIH suele incluir tres o más medicamentos para el VIH. La combinación de estos medicamentos está diseñada para evitar que el virus realice copias de sí mismo y minimizar los potenciales efectos secundarios. Estas combinaciones se conocen como TARGA, terapia antirretroviral de gran actividad. Actualmente están en estudios regímenes de tratamiento más simplificados para poder tomar menor cantidad de pastillas y mejorar la adherencia
Factores como la adherencia, la resistencia, y los efectos secundarios pueden provocar el fallo de un régimen TARGA. Si ocurriera esto, el médico tomaría una decisión para cambiar el régimen de medicación basándose en parte en el historial de tratamiento, la cantidad de combinaciones probadas y el hecho de que el paciente haya desarrollado o no resistencia a un fármaco antirretroviral (ARV).
Actualmente existen más de 20 fármacos antirretrovirales con lo cual las expectativas y la calidad de vida han aumentado considerablemente.
Actualmente la única manera efectiva de evitar la infección es mediante la correcta utilización del preservativo, que no se reemplaza por ninguna de las otras estrategias de prevención.