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Educación en Salud

Artritis Reumatoidea
Introducción

La artritis reumatoidea es una enfermedad crónica que se caracteriza por la inflamación de la membrana sinovial de las articulaciones; produciendo dolor, hinchazón, enrojecimiento, aumento de temperatura y dificultad para realizar las tareas diarias.

Algunas articulaciones se afectan más que otras. Las dañadas con más frecuencia son las muñecas, las articulaciones de los dedos, los codos, los hombros, las caderas, las rodillas, los tobillos y los dedos de los pies. Es más frecuente en mujeres de entre 40 y 50 años.

Aunque la causa aún no se conoce, el foco principal de la inflamación está en la membrana sinovial, que es el tejido que recubre la articulación. Los mediadores inflamatorios liberados por las células inmunes (defensa) provocan inflamación y dañan el cartílago y el hueso. Además hay causas externas que pueden actuar como desencadenantes del proceso; por ejemplo, está comprobado que el tabaco incrementa el riesgo de padecer artritis reumatoidea.

Tratamiento

La persistencia de la inflamación de la membrana sinovial condiciona que el lugar del hueso en el que se fija la membrana se dañe, dando lugar a pequeñas erosiones. Si la enfermedad no se trata a tiempo, el daño ya producido en el hueso y en los cartílagos es irreparable. La consecuencia será la deformidad progresiva de las articulaciones y la pérdida de la capacidad para hacer algunas tareas de la vida diaria.

El curso de la artritis reumatoidea es variable, pudiendo presentar episodios alternantes de inflamación (brotes) intercalados con períodos sin síntomas (remisión). La mayoría de los pacientes necesita tratamiento continuado o de mantenimiento que debe estar monitorizado siempre por el especialista.

Los tratamientos actuales permiten a los pacientes la capacidad de alcanzar niveles normales o casi normales en las actividades de la vida diaria.

A menudo, se utilizan medicamentos antiinflamatorios no esteroideos y/o corticoides en dosis bajas para reducir la hinchazón y el dolor. Con los medicamentos adecuados, muchos pacientes pueden lograr una remisión. Por lo tanto, los pacientes con diagnóstico de artritis reumatoidea deben comenzar precozmente el tratamiento con medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad. Estos medicamentos, no sólo alivian los síntomas, sino que también retardan el avance de la enfermedad.

Es posible que los pacientes más gravemente afectados necesiten medicamentos denominados modificadores de respuesta biológica o "agentes biológicos". Dentro de éstos, los medicamentos del grupo llamado "inhibidores del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa)" bloquean la acción de dicha sustancia producida por nuestro cuerpo que genera inflamación.

Tales medicamentos suelen destinarse a controlar o inhibir ciertas partes del sistema inmune y a las señales que este produce, que conducen a la inflamación y al daño en las articulaciones y los tejidos. Los biológicos, al tener efectos sobre el sistema inmune, deben utilizarse con ciertas precauciones.

Por todo ello, el diagnóstico precoz es muy importante ya que es conveniente empezar a tratar la enfermedad lo antes posible, usando fármacos que detengan el progresivo deterioro de las articulaciones.

Dentro de los consejos posibles, se debe resaltar el control del peso y hacer ejercicio con regularidad, así como no agotarse al realizar actividades, pedir ayuda cuando se necesite y no forzar las articulaciones.